Cuando tengo el espacio y la oportunidad de compartir en familia, disfruto incorporándome en la actividad que a mi padre le sigue apasionando, como es la labor del campo, un lugar de donde no lo podemos sacar fácilmente, ya que esa actividad es su combustible diario, a sus 91 años nos sigue demostrando que aún tiene mucho que aportar y enseñar, por ahora preparando el terreno para la futura siembra, el es feliz vernos allí, igualmente nosotros de acompañarle, por eso a todos nuestros viejos les debemos mucho respeto, admiración, consideración no dejarlos solos siempre velar por su bienestar.